viernes, 28 de septiembre de 2012

Abismo

Me fundo en tu cuerpo, me pierdo en tus labios
Mi latir se acompasa al ritmo de tus manos
Y me estremezco y tiemblo bajo tu contacto
Olvidándome del mundo y de los demonios
Y la luna nos mira mientras nos besamos
Y el mundo se convierte en algo abstracto
Pero tu sudor y el mío son el mismo
Aunque nos lleve al abismo.

martes, 25 de septiembre de 2012

Llueve

El cielo está gris, parece que hace horas que oscureció y son sólo las cinco de la tarde.

La lluvia furiosa cae frenética contra todo lo que encuentra en su camino, precipitándose desde los densos nubarrones y humedeciéndolo todo.

Llueve y me gustaría estar bajo la lluvia, cantando, riendo y saltando charcos, como si tuviera de nuevo cinco años. Luego llegar a casa y disfrutar de unas horas de sofá y mantita acurrucada junto al felino recuperando el calor. Observando la lluvia a través del cristal salpicado, mientras disfruto de la calma de mi hogar.

Pero no tengo cinco años y no puedo salir a jugar y el cielo está enladrillado, ¿Quién lo desenladrillará?

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Hoy la luna tiene forma de uña mordisqueada
y soñaré contigo abrazada a la almohada

jueves, 13 de septiembre de 2012

El baile de nadie

Desperté de golpe, como si hasta ese momento yo no hubiera sido yo, como si hubiera estado viviendo otra vida, la vida de otra persona, miré a mi alrededor intentando ubicarme. Estaba en una habitación iluminada tenuemente, con una música pegajosa bastante familiar saliendo de un mp3 conectado a unos buffles. Tardé unos instantes en percibir a los 7 hombres que me observaban expectantes a través del denso humo de cigarrillos y porros. Empecé a bailar y a moverme sinuosamente, acercándome a ellos insinuándome, dejando entrever mi cuerpo debajo del ajustado traje. Me contoneaba de forma sensual delante de sus ojos, era divertido, sexy. Desabroché el top del traje y fui retirándolo muy lentamente sin dejar de balancear mis curvas ante las miradas expectantes y lascivas de mi público particular. 

Me acerqué al hombre del centro, parecía el más tímido. Apoyé el tacón de aguja de mis botas de cuero sobre su pecho y le obligué a desabrocharla lentamente.El resto empezó a jalear al hombre que estaba bajo mi tacón, estaba cohibido, pero había deseo en su mirada.Bajé la bota a medio desabrochar y agarré sus manos temblorosas con firmeza poniendolas sobre mi cadera, me senté sobre él y me quité el top por completo dejando mis pechos al descubierto, sus manos se tensaron en mi espalda, y no fue lo único. 

Sus compañeros comenzaron a gritar emocionados y se fueron acercando, cada vez más manos tocaban mi cuerpo y me desmayé.

Desperté de golpe, como si hubiera vivido el instante de una vida que no fuera la mía, observé todo lo que me rodeaba, parecían los mismos muebles anodinos de mi casa, y sin embargo, sentía la necesidad de bailar.

Celos

Siento celos del aire
que puede acariciarte
Celos de las sábanas
que comparten tus lágrimas.
De las teclas que acaricias
del humo que respiras.
Del espejo en que te miras
Celos de la vida misma.

martes, 4 de septiembre de 2012

Inercia


Iba camino del trabajo en otro tedioso y rutinario día. Iba en el coche, escuchando la radio, como siempre, las mismas canciones, las mismas voces, la misma sensación de ser un zombi. Conduciendo por inercia con los movimientos ya aprendidos y la mirada perdida en algún punto de la carretera.  De repente escuché una nueva canción, una que cambiaría mi vida para siempre, no recuerdo el título, ni siquiera la melodía, pero me obligó a detener el coche y respirar agitadamente mirando perpleja el aparato de radio como si pudiera darme alguna explicación de lo que estaba sonando.

Era como si alguien hubiera explorado los laberintos de mi mente y hubiera plasmado mis miedos y deseos más profundos en una simple letra. Era como escuchar la voz de mi yo interior gritándome con fuerza.

Cuando la canción terminó todo pareció quedarse en silencio, la radio seguía encendida, pero era como un susurro de palabras inconexas y sin sentido y en mi cabeza retumbaban las palabras que acababa de oír. Sentía mi corazón latir violentamente, estaba nerviosa, como si todo el mundo hubiera descubierto mis secretos, sin saberlo.

Apreté con fuerza el volante dispuesta a reanudar mi camino al trabajo, pero entonces me dio la risa, una risa histérica y descontrolada. Nadie jamás sabría mi secreto. Era estúpida por pensar que mis pensamientos y mi forma de sentir sería única, por supuesto que miles de cientos piensan y sienten parecido, cada uno con los matices de su propia experiencia, pero al fin y al cabo, tan simples como los míos.

Ahora podría aprender aquella letra y sentirme liberada gritando al cielo, fingiendo que es la canción de otro, la vida de otro. Y sin embargo me sentía triste, como si hubiera perdido una parte importante de mí, y de pronto estuviera vacía.

Solté el volante y empecé a llorar, me sentía estúpidamente bipolar. Salí del coche. Necesitaba desesperadamente respirar aire fresco, pero había mucho humo, necesitaba correr y casi involuntariamente comencé a hacerlo. Oía los cláxones furiosos de los otros coches dirigiéndose a mí, les veía pasar veloces a mi lado, esquivándome. Me daba igual, necesitaba llegar al otro lado, y entonces un chillido neumático y un fuerte golpe. 

Dejé de sentir.